Enseñar a un gatito a usar la caja de arena suele ser más fácil que enseñarle a un cachorro a hacer sus necesidades fuera de casa. La mayoría de los 

gatitos que tienen al menos 8 semanas de edad ya saben cómo usar la caja de arena, pero algunos gatitos, especialmente los más jóvenes, pueden necesitar 

ayuda de todos modos. A continuación, te mostramos cómo enseñarle a un gatito a hacer sus necesidades en la caja de arena.

Presentando la caja de arena

Puedes animar a tu gatito a usar la caja de arena colocándolo en ella a intervalos regulares, especialmente si ha comido o se ha despertado recientemente. Colócalo en la caja y espera a ver qué pasa. La mayoría de los gatitos empiezan a cavar en 

la arena o la arena de forma natural alrededor de las 4 semanas de edad. Si ves que tu gatito lo hace, no interfieras. Si no hace nada, intenta coger suavemente sus patas delanteras y rascar la arena con ellas. Cuando lo sueltes, es posible que siga haciéndolo por su cuenta y luego se sienta obligado a ir a hacer sus necesidades.Most cats prefer some privacy when they eliminate. So if you hover over him or try to help, you may convince him to go elsewhere. Instead, give him some space, then praise him and offer a treat when he's finished.

Si ves que tu gatito hace sus necesidades fuera de la caja de arena, levántalo rápidamente y colócalo en la caja. No le grites ni seas brusco, ya que eso solo lo 

asustará y posiblemente hará que asocie la caja de arena con un castigo. Limpia las áreas sucias con un limpiador a base de enzimas. Es útil que coloques 

los desechos en la caja, para que tu gatito pueda seguir el olor para encontrar la caja de arena.

Cómo elegir la caja y la arena adecuadas

Comience por asegurarse de tener la cantidad adecuada de cajas de arena: debe tener al menos una por gato, más una adicional. Si tiene más de un gato, coloque las cajas bien separadas entre sí, ya que algunos gatos pueden ser territoriales con las cajas. Puede usar una caja más pequeña para un gatito que para un adulto; de hecho, asegúrese de que el gatito pueda pasar por los lados sin tener que saltar. La caja debe estar hecha de material no absorbente (nada de cartón, a menos que sea solo por un día). Muchas personas prefieren cajas de arena con tapa, ya que se ven mejor y contienen mejor los olores. Sin embargo, a algunos gatos no les gusta usar cajas cubiertas. Cuando comience, probablemente tendrá mejor suerte con una caja de arena sin tapa.

Coloca la caja en un lugar tranquilo, lejos de las áreas donde tu gatito come y duerme, y separada de las áreas de mucho tránsito, pero lo suficientemente cerca para que el gatito no tenga que ir muy lejos para encontrarla. Asegúrate de que las puertas cerradas no puedan impedir que el gatito acceda a ella. Lo mejor es que esté en un rincón, porque le permite a tu gato vigilar su entorno cuando está en el vulnerable acto de hacer sus necesidades. Una vez que hayas encontrado un lugar para la caja de arena, déjala allí. No la muevas constantemente.

Hay muchos tipos de arena para elegir, incluidas las aglomerantes, las no aglomerantes y las de cristales. Es posible que quieras experimentar un poco para ver qué tipo prefiere tu gatito. La profundidad de la arena puede variar, nuevamente, según las preferencias de tu gatito. Pero agregar más arena no es una alternativa a 

la limpieza de la caja.

Saque los desechos sólidos al menos una vez al día y cambie la arena por completo al menos una vez a la semana. Nunca arroje arena por las tuberías de desagüe, 

ya que puede causar costosos problemas de plomería. Evite usar arena perfumada o limpiadores con olores fuertes, ya que estos olores fuertes pueden repeler al gatito.

Si tu gato, que ya estaba acostumbrado a usar la caja de arena, empieza a hacer sus necesidades en otro lugar, puede deberse a varias razones, como por ejemplo:

 has cambiado el tipo de arena, no la has cambiado lo suficiente, tienes otro gato que no lo deja entrar, has utilizado un limpiador con olor fuerte en la caja o has hecho algún otro cambio relacionado con la caja de arena. Pero también puede deberse a que tu gato tiene un problema médico. En caso de duda, consulta siempre con tu veterinario.